Turismo condenado

Desde hace tiempo, un amigo está diciendo que habría que ir a las islas Maldivas antes de que se hundan en el océano Índico. A causa del cambio climático, sean cuales sean sus causas, algunos hielos se están fundiendo y eso provoca que el nivel del mar suba, aunque sólo sea unos centímetros.

Justo hablando de eso, el diario Herald Tribune acaba de publicar un artículo sobre el tema. Explican que el 'tourism of doom' está en auge y que cada vez hay más peticiones para visitar lugares que, por alguna razón, están amenazados o, directamente, condenados. Son enclaves como la Antártida, el Ártico, zonas del Amazonas, las barreras de coral, algunos glaciares...

El artículo recoge declaraciones de algunos de los turistas y promotores de este tipo de viajes. Según ellos, no es simplemente "ir a un lugar exótico", sino que se trata de visitar algo "que se espera que no exista dentro de una generación".

Pero este hecho de ir a esta última frontera produce algunas paradojas . La más evidente es que como se trata de lugares frágiles, cuanto mayor sea el flujo de visitantes, mayor será la presión sobre esos sitios y, tal vez, se acelere su destrucción. Para evitar esto, los organizadores aseguran que existen formas de viajar e instalaciones respetuosas con el medio ambiente. Además, se suelen hacer aportaciones a programas de protección del entorno.

En general, por lo que sea, muchas veces las desgracias son atractivas. Se sabe que así en el turismo oscuro. Y ahora esta atracción aparece en otro ámbito turístico. Atraen las películas de catástrofes naturales, que suelen tener buenas audiencias. Y ahora, de la misma forma, atrae la perspectiva de ir a un lugar que quizá nuestros hijos ya no puedan ver (o no de esa manera). Estos movimientos son difíciles de valorar, pero es posible que haya algo positivo, como en el turismo oscuro: la toma de conciencia de lo malo e intentar no seguir por ese camino.

Cada vez más, se habla de turismo responsable, sostenible. Se lanzan programas para compensar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que se realizan al viajar (página del Gobierno británico), especialmente en avión. Se intentan crear ecohoteles o ecoresorts, que se integren mejor en el entorno y que consigan recursos de fuentes renovables.

Nadie duda del cambio climático. Sin embargo, sí que hay discusión sobre hasta qué punto es responsabilidad del hombre. Nautilia no sabe nada de todo esto. Pero lo que sí cree es que hay que cuidar la Tierra, que sólo hay una (al menos, de momento).

Foto: el macizo del Jungfrau, Suiza, aloja el mayor glaciar de Europa, que está perdiendo tamaño

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