Turismo político

El 20 de enero del 2009, Barack Obama toma posesión del cargo de presidente de Estados Unidos. En Washington DC, la capital, se esperan que asistan de tres a cinco millones de personas a la ceremonia y a los fastos que lo rodean (para espanto de los habitantes de la ciudad). Muchos de esos asistentes aprovecharán para visitar lugares relacionados con el poder político en la ciudad, como el Capitolio o los memoriales presidenciales y de las guerras. Es uno de los mejores ejemplos de turismo político, una tendencia más.

Durante la larga campaña electoral estadounidense, con las primarias y las propias elecciones, se han celebrado un montón de mítines y actos con políticos y famosos. Algunas personas han hecho viajes expresamente para asistir a esas concentraciones. Por ejemplo, así lo recoge un reportero de la revista 'The Nation', que asimila el fenómeno a otros como el más consolidado y estudiado turismo cultural: aquellos que van a un lugar que tiene un festival musical, de teatro o de cine. O a los que se van de fin de semana a una gran ciudad para ver alguna ópera, representación teatral o estreno cinematográfico.

Esta variante de turismo político se puede calificar de festiva. Sin embargo, existe otra variante más comprometida, más seria. Brave New Traveler da noticia de que otra variante de esta tendencia turística ha llegado a Cisjordania, un enclave palestino entre Israel y Jordania (West Bank, en inglés). El artículo explica que algunos de los 2 millones de turistas que vistan Israel anualmente no sólo quieren visitar lugares religiosos, sino que están interesados en ver la situación política. Así, pasan a Cisjordania no tanto para visitar Belén o Hebrón, como para ver la realidad social y política de los palestinos. Y algunos de ellos, en una intención de no caer en el voyeurismo, como en el turismo a la pobreza, participan en programas de ayuda y de trabajo social. Quieren conseguir una cierta interacción con la población local. Una empresa llamada ToursinEnglish.com, con base en Israel, ofrece turismo político en Cisjordania. Dicen en su página web que programan visitas por la "geografía política" de la región.

Un artículo de la revista 'Society' explica como esto lleva tiempo pasando en lugares como Cuba y, antes, Nicaragua. Los visitantes pretenden conseguir "impresiones de primera mano" sobre la situación en estos países. Sin embargo, como este mismo artículo advierte, los turistas son, en ocasiones, conducidos por una especie de circuito alternativo, en el que se transmite una imagen política favorable y se evitan los sectores críticos. Seguramente, también hubo turismo político en España durante la dictadura franquista, como lo hubo en Irlanda del Norte.

Así, en líneas generales, este turismo se puede encontrar en lugares de conflicto político (poblaciones amenazadas, regímenes no democráticos) y, de una forma más festiva, durante los grandes acontecimientos electorales, como las elecciones de EEUU.
Seguramente, la primera es una forma de atacar las 'ideas recibidas' y ver más allá de los medios de comunicación. La segunda, una forma más de ocio y de pasar el tiempo.
(Si alguien planea ir a Washington DC, ha de saber que prácticamente no quedan habitaciones de hotel libres. Fodors tiene una guía práctica para el día D.)

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