Lugares de poder >> Monte Sinaí y la zarza ardiente

Como todo el mundo ha leído, la Biblia cuenta que hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, estaba Moisés apacentando un rebaño de su suegro cuando, sin anunciación previa, empezó a arder una zarza que, inopinadamente, decidió no consumirse con el fuego. Y de la zarza salía una voz, que se identificó como Dios y que le dijo a Moisés que había sido elegido para una misión: llevar a los judíos perseguidos desde Egipto hacia la tierra prometida, actualmente conocida como Israel. Antes de cortar la comunicación, la voz, ante una pregunta de Moisés, declaró muy claramente: "yo soy el que soy".

El resto de la historia es cinematográficamente conocida, especialmente la parte de cómo cruzan los judíos el mar Rojo al salir de Egipto, separando las aguas de una forma muy espectacular y muy difícil de conseguir incluso ahora.

¿Dónde está ahora esa zarza? ¿Sigue ardiendo? ¿Sigue hablando? Las respuestas, por orden, son: al pie del monte Sinaí, no y no. Pero pincha.

La mejor manera de llegar a este indudable lugar-planta de poder es desde la ciudad-resort egipcia de Sharm el Sheik, tras unos días bajo el agua viendo arrecifes de coral a profundidad de snorkel.

Cualquier guía, por unos 50 eurazos, organiza excursiones para ver amanecer en el monte Sinaí y el sitio de la zarza, sin duda la mejor experiencia de la zona después de los peces de colores.

¿Que cómo son estas excursiones..? Siga leyendo, por favor.
Hacia las 10 de la noche, hora local, un guía aparece en la puerta del hotel con un minibús y una sonrisa jeroglífica egipcia. El grupo sube al autobús. Allí, el guía explica que esta visita será compartida con unos turistas rusos, hasta completar el aforo del bus. Una vez recogidos todos los viajeros-al-lugar-de-poder, los guías paran en una gasolinera para comprar unas cocacolas y otras bebidas incluidas en el precio. Entre las 11 y las 12, dejamos la civilización camino del desierto sinaitico. En ese punto, ya es bastante claro que las normas de seguridad en carretera son una convención occidental que no le interesan en absoluto a un conductor egipcio.

El auto loco hace una parada exactamente en medio de la nada, para que los guías puedan fumar y el resto puedan ver las estrellas y matar el tiempo haciendo otras cosas. ¿Qué cosas? Pues, por ejemplo, cuando el guía dice "todos a bordo", resulta que faltan 2 personas, una pareja rusa de un hombre entrado en años y una chica bastante joven. ¿Dónde están? Al borde de la penumbra, casi donde ya no llegan las luces del autobús, se distingue al hombre de pie, mirando al frente, y a la chica en cuclillas, frente a la parte más o menos central de la anatomía del hombre erguido. Por supuesto, nadie sabe muy bien qué pasa allí, casi no se ve nada.

Sigue el viaje. Hacia las 3 de la mañana, se llega al monasterio de Santa Caterina, al pie del monte Sinaí, construido sobre el lugar en el ardió la zarza. Está cerrado, pero no así unas tiendas junto al párking. La excursión va a continuar a pie, hasta la cima del monte. Los viajeros-al-lugar-de-poder, como están en Egipto, llevan poca ropa de manga larga. Y piensan que tal vez tendrían que haber llevado más cuando ven que el guía se pone un forro polar. Ya se descifra la risa jeroglífica del guía, cuando vio entrar a todo el mundo en manga corta.

Gracias a la liberalización horaria egipcia, las tiendas convenientemente abiertas a la hora que llegan los minibuses venden bufandas, sudaderas, pañuelos... Una vez completado el vestuario, se inicia el ascenso. Unos camellos-taxi pueden hacer que el camino sea menos fatigante. Algunos optan por ellos, pero los viajeros-al-lugar-de-poder de verdad saben que el camino se hace al andar. Así que, equipados con linternas, se ponen en marcha. A más altura, parece que el frío aumenta. Pero ¿no hace siempre calor en Egipto?

Justo antes del tramo final, además de un quiosquillo que vende bebidas calientes, hay alquiladores de mantas. Lo justo es alquilar una, porque ahora toca esperar en la cima a que amanezca. Han sido un par de horas de nada de ascenso a oscuras. Y a las 5 amanece, que no es poco. How much for this blanket? Da igual lo que diga, porque con la ropa sudada es necesaria. La manta, seguramente lavada por última vez cuando pasó lo de la zarza ardiente, te deja en el cuerpo los auténticos picores del Sinaí, tal vez una de las plagas de Egipto.

Pero, ¿qué más da? Estamos en un lugar de poder. ¡Ácaros al poder! A las 5 o'clock, más o menos, un resplandor anaranjado indica que está a punto de pasar algo realmente espectacular. En efecto, un grupo de suizos y alemanes (¿dónde está esa pareja rusa?) empieza a aplaudir y vitorear al sol, porque cuando el sol llega así, de esa manera, uno no se da ni cuenta. Así, ya todos germánicamente avisados de que el sol estaba llegando, decidimos prestar atención al horizonte. Y poco a poco, el sol, fiel a su rutina diaria, va avanzando hasta que llega un momento en el que tiempo verbal de amanecer ha de conjugarse en pasado.

Por desgracia, el día es muy bueno y no hay truenos, relámpagos, nubes, fuegos ni trompetas celestiales, por lo que no hay casi posibilidades de que él, que es el que es, haya decidido entregar de nuevo, a alguno de los allí presentes, unas tablas de la ley, con diez mandamientos, teniendo cuidado, esta vez sí, de que no se rompa ninguna de las tablas.

Hay que volver. Nos despedimos con tristeza de todos esos organismos de la manta al devolverla. El guía no espera: tal como ve que ya está el grupo con él, inicia un frenético descenso. Ah, no, eso no, amigo. No nos vas a dejar atrás. En un poco máś de 30 minutos, con riesgo evidente para los tobillos, estamos en la entrada del monasterio, que abre a las 8 AM. El resto del grupo, en un gran ejemplo de cómo preferir conservar los tobillos sin torcer a llegar rápidamente a una puerta monasteril cerrada, van llegando varias decenas de minutos después.

Una vez reagrupados, el guía inicia la explicación de lo que hay dentro del monasterio. Algunos flojillos dejan que se les cierren los párpados. Al reabrir los ojos, hacen una pregunta al guía, como para demostrar que estaban siguiendo. Pero el guía, que debe pensar que por 50 euros no hay que soportar según qué cosas, le responde que eso ya lo ha explicado, que no lo va a volver a explicar, y que no es culpa suya de que sea un flojillo y se esté durmiendo. Este es un mal ejemplo de viajero-al-lugar-de-poder.

Todo lo bueno llega: el monasterio abre y por fin... Allí está. Con sus hojillas, pinchos... La heredera por tradición de la zarza ardiente y habladora. Una mata zarzádica junto a un muro. Al lado, una roca que conserva las huellas de Moisés de cuando puso allí la mano e hizo brotar agua. Del manantial aún brota agua, aunque hoy mucho más mecánicamente que de forma milagrosa.

El monasterio de Santa Caterina conserva muchos edificios y documentos de interés, pero no se pueden visitar y el guía no quiso repetir los que eran.

A las 10, tras pasar por un hotel para desayunar, de nuevo en el minibús, de vuelta a Sharm, con los rusos y el conductor que inspiró muchos videojuegos de conducción salvaje. Sanos y salvos, el parte de los viajeros-al-lugar-de-poder es de una noche sin dormir, un amanecer bíblico, picores sinaiticos, todo el organismo alterado, todos los horarios cambiados, los dedos sangrando por los pinchazos de la zarza y la sensación de que Moisés tenía un 50 de mano.

El monasterio de Santa Caterina (web oficial) es un complejo religioso gestionado por la iglesia ortodoxa griega y patrimonio de la humanidad de la Unesco. La página web tiene información del complejo y de la tradición histórica y bíbilica alrededor de él.
Fotos hechas por Nautilia: amanecer en el monte Sinaí y la zarza en el monasterio.

Más lugares de poder...

2 comentarios :

  1. Me ha gustado mucho este post. Su enfoque y el humor que desprende (pareja rusa incluída, o el detalle de las mantas). Si además es verídico al 100% (cosa que no dudo) me parece que todos estos detalles son mucho más valiosos que los recuerdos de la experiencia, en sentido estricto, del amanecer.
    Felicidades.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Dani. Y sí, hasta donde me memoria recuerda, todo es cierto. Ah, hay tanto que decir sobre ese día...

    ResponderEliminar